Osuna, pueblo de alfareros
Por: Luis Porcuna Chavarría. Coleccionista
Término municipal de Osuna, provincia de Sevilla. Año económico de 1.897 a 1.898. Consta de 18.126 habitantes establecidos y le corresponde la 5ª base de la población, COPIA DE LA MATRICULA que para el año económico citado y en cumplimiento a lo prevenido en el art. 65 del reglamento de 28 de mayo de 1.896 forma el Alcalde de esta población de todos los individuos en las tarifas 1ª 2ª 3ª 4ª y 1ª sección de la 5ª vigentes, que con toda especificación se mencionan, a saber:
Así se puede leer en la portada del Libro de Matrículas del Ayuntamiento de Osuna del año 1.897, en el que cada epígrafe de industriales refleja con claridad los oficios de finales del s. XIX y principios del XX que son los siguientes:
Epígrafe 3: Carbonería (2 altas)
Epígrafe 9: Sombrererías (5 altas)
Epígrafe 22: Fábrica de espartos (2 altas)
Epígrafe 57: Telares de esteras de juncos (4 altas)
Epígrafe 82: Hojalateros (5 altas)
Epígrafe 97: Sastres (3 altas)
Epígrafe 104: Zapateros (15 altas)
Epígrafe 116: Cochero con coche de dos caballos (1 alta)
Epígrafe 119: Carretero con dos carretas de transporte (2 altas)
Epígrafe 168: Fábrica de electricidad de 30 caballos (1 alta)
Epígrafe 206: Alfareros con uno o dos hornos para tinajas y cacharros (11 altas)
Epígrafe 214: Tejares con cuatro mitades de hornos de tejas y ladrillos (8 altas)
Epígrafe 223: Jabonería con caldera de 100 litros (3 altas)
He seleccionado estos oficios, los más destacados en la época, la mayoría de artesanos autónomos en los que toda la familia participaba en las labores del negocio.
Se deduce por los epígrafes 206 y 214 que Osuna es un pueblo alfarero, con una producción muy superior a su consumo, por lo que hay que vender y distribuir la producción sobrante en las provincias vecinas: 19 licencias, 11 alfares de tinajas y cacharros que pagaban una cuota de impuestos al año de 38 pesetas para los que tuvieran un horno y de 76 pesetas para el alfar que tuviera dos hornos, como era el caso de José Caraballo Alcázar en la calle Granada nº 9, donde hoy están las cocheras de Garranchale , y 8 tejares de tejas y ladrillos con uno, dos o tres hornos, por los que la cuota de impuestos al año eran de 11,20, 16,80 o 22,40 pesetas, necesitando cada horno 8 ó 10 puestos de trabajo directos entre maestro, oficiales, ayudantes, aprendices y vendedores, con estos datos es fácil calcular las personas alfareras en Osuna.
Los hornos eran de planta rectangular, cubiertos por arriba con una bóveda de cañón hecha de sillares de las canteras locales y recubiertas con ladrillos de barro macizos refractarios, alimentados por leña, orujo, ramón o retamas. Cada hornada podía contener hasta 300 cántaros y una cantidad aproximada entre macetas, alcancías, palomeras o cantimploras. Estas piezas eran denominadas “obra blanca” o de barro blanco y destinadas para el agua; no estaban vidriadas, dejando la porosidad para que transpirase el agua y se fabricaban de un solo barro, siendo básicamente el cántaro la pieza de máxima elaboración. Osuna era muy rica en la materia prima para la fabricación del barro, que se obtenía de dos tierras, una roja que se extraía del cortijo Rozo y otra blanca arcillosa extraída de los barreros blancos próximos al rio Salado, en la salida del pueblo en dirección a Martin de la Jara. Se mezclaban en una proporción de tres partes de rojiza y dos de arcillosas blancas para la producción vidriada (tinas, bañeras, pilones, tinajas, orzas, lebrillos, queseras, herraos, mantequeras, jarras de leche, vino o vinagre, almireces, etc.).
Tras un estudio en el archivo municipal de Osuna, con la colaboración del Archivero D. Francisco Ledesma, al que desde aquí le doy las gracias por su valiosa ayuda y disposición en todo lo que he necesitado, he seleccionado cada alfar de Osuna con su maestro o propietario y el domicilio en que se encontraba dado de alta, que normalmente era su casa, donde se encontraba el horno, el torno, las pilas de decantación del barro y el punto de venta. Quiero mencionarlos a todos, porque es de justicia no olvidar a aquellos que, por pocos años activos o con menos familiares que continuaran su profesión, no es menos importante su labor aunque si son menos mencionados en los estudios de alfarería popular de Osuna.
Berraquero, Martin Puerta Ronda Activo Año 1.894
Berraquero Galván, Juan Cruz, 82 Activo Año 1.894
Bueno, Rafael Fernán González Activo Año 1.894
Caraballo, Francisco Derramadero Activo Año 1.894
Caraballo, Juan Hazuela 9 Activo Año 1.894
Caraballo Alcázar, José San Cristóbal, 9 Activo Año 1.894
Caraballo Domínguez, Antonio Cruz, 114 Activo Año 1.894
Cuevas, José María Capitán, 21 Activo Año 1.894
Dueñas González, Antonio Capitán, 28 Activo Año 1.894
García, Antonio Caldenegros, 9 Activo Año 1.894
Pineda Cámara, Valeriano Fernán González Activo Año 1.894
Cuevas García, Luis Capitán, 19 Activo Año 1.894
Natera Angulo, Francisco Doctor Navarro Alta Nueva 1.909
Domínguez Martín, Josefa Cruz, 24 Alta Nueva 1.911
Ramírez Caraballo, Antonio Cruz, 82 Alta Nueva 1.924
Dueñas Romero, Manuel Capitán, 21 Alta Nueva 1.924
Bueno Montero, Manuel Cruz, 14 Alta Nueva 1.924
García Alcázar, Juan Miguel San Agustín, 12 Alta Nueva 1.924
Berraquero Nateras, Juan Doctor Navarro, 13 Alta Nueva 1.924
Maldonado Gutiérrez, Carmen Cruz, 24 Alta Nueva 1.924
Dueñas Romero, José Cruz, 24 Alta nueva 1.928
García Domínguez, Antonio Cueto, 57 Alta Nueva 1.931
Caraballo Pérez, Manuel Cueto, 59 Alta nueva 1.931
Entre los siglos XVIII y XX, son dos las condiciones que marcan la producción alfarera en Osuna: por un lado, la abundancia de olivares y molinos de aceite y, por otro, la escasez de agua, dos realidades éstas fundamentales para la fabricación de cántaros y tinajas como piezas emblemáticas de la alfaría ursaonense. Las penurias de agua hicieron que el Ayuntamiento instalara fuentes de agua potable en las plazas y que los vecinos abrieran pozos en sus casas, aunque la mayoría de agua salobre, lo que solucionaba el riego y la higiene, pero eran necesarias tinajas para el almacenamiento de agua potable y cántaros para el transporte desde las fuentes públicas. Por otro lado, con objeto de almacenar el aceite para todo el año, se necesitaban varias tinajas de grandes tamaños en las cocinas o alacenas, con tapaderas de madera, que aún tenemos frescas en las viejas membranas de la memoria los que vivimos esos tiempos.
Alfonso Romero y Santi Cabasa abren el apartado sobre Osuna en su magnífico libro La Tinajería Tradicional en la cerámica española, diciendo así: “Por la información que ha llegado a nuestros días, a Osuna hay que atribuirle el papel del centro alfarero sevillano más importante en lo que se refiere a tinajas”. Eso es una realidad que se puede contrastar dos décadas después de su publicación, en la colección Luis Porcuna Jurado “Barros con Alma”, con doscientas piezas fabricadas y documentadas en Osuna, donde hay veinticinco ejemplares distintos de tinajas, existiendo cuatro tipologías bien diferenciadas y una gran variedad en remates. Las más antiguas son panzudas, globulares y achatadas, con dos asas enfrentadas que salen del labio hasta los hombros, de barro rojo, vidriadas en verde, marrón oscuro o melado claro en su interior y por el exterior hasta por debajo de las pegaduras de las asas. Otra tipología del s. XVIII es troncocónica invertida, de hombros altos, cuello corto exvasado, y labio grueso, del que salen las asas enfrentadas. En el s. XIX es donde se reconocen más modelos distintos y decoraciones desiguales como si fuesen sellos personales de cada alfarero, manteniendo las características y tipología en las asas, cuello, base y boca, pero haciéndolas más esbeltas, de cuello cilíndrico y alto, con cuatro o dos asas empleando en esta etapa las asas dobles y decoraciones en la panza con líneas paralelas incisas, enmarcadas por meandros, o faldoncillos rizados a la altura de las asas.
El trabajo de investigación sobre alfarería ha tomado un gran impulso y difusión gracias a internet y los portales de venta online como son: Todocolección, walapooo o mil_anuncios donde podemos encontrar a la venta cualquier cacharro de todas las provincias españolas identificado por los vendedores de producciones locales; así de fácil es reunir cántaros de Guadalajara, Galicia o Islas Baleares, con un costo coherente y porte incluido. Este nuevo resurgir de cacharros de barros repartidos por toda la geografía nacional me ha llenado de satisfacción y de interés, al descubrir que existen piezas de Osuna en cualquier rincón de la península. No es de extrañar que aparezcan en Cataluña tinajas, ollas, cántaros o lebrillos de Osuna, puesto que en la década de los 60-70 fueron muchas las familias que emigraron y se llevaron todos los útiles que iban a necesitar en su nueva vida y, una vez que dejaron de servir, se fueron vendiendo a chatarrerías o anticuarios. Pero sí me sorprende especialmente que salgan cacharros de los alfares de Osuna en las provincias de Granada, Jaén, Málaga y, sobre todo Sevilla, que eran los lugares hasta donde llegaban en borriquillos y carros tirados por mulas los vendedores con nuestra alfarería, puesto que se extinguieron antes los alfares en las capitales que en los pueblos.
Aunque se sabe por estudios de loza quebrada sevillana del s. XVI que las normativas legales exigían a los alfareros poner cuños o marcas (la Giralda) en los cántaros azacanes o de aguadores para asegurar que la capacidad de la pieza contenía una arroba de agua. También en las botijas o perulas que cruzaban el Atlántico hasta las Américas se ponían unas iniciales que no se sabe a ciencia cierta si era la marca del alfarero o el remitente de dicha mercancía (aceite, vino, vinagre o cereales). Distinta es la interpretación que debemos dar a los alfareros de Osuna en los siglos XIX-XX, cuando algunas de sus piezas eran marcadas con sus iniciales, diferenciándolas de piezas similares de otros alfareros o de otros pueblos con tipologías afines, como eran los lebrillos de Osuna y Lora del Rio y los cántaros con semejanza a los de Herrera, Puente Genil, Lucena o Palma del Rio. También existía la variante de identificar la pieza con el nombre del nuevo propietario, muy frecuente entre las marcas y cuños.
Manuel Dueñas Delgado, nació en Osuna en el año 1.919, hombre campechano, humilde, y orgulloso siempre de su oficio y se jubiló en el año 1.974, siendo el último alfarero activo de Osuna. Fue dejando su testimonio y conocimiento en libros especializados de alfarería, contando a los investigadores y estudiosos de la alfarería popular española detalles y anécdotas que gustaba recordar de los alfareros viejos, apuntado gracias a sus vivencias cómo eran sus tornos, cómo vidriaban, cómo se fueron desplazando a otros centros alfareros cercanos, creando escuela o incluso asentando los motes por los que eran conocidos. Pero su principal labor, una vez que cerró su alfar, fue enseñar la profesión a los niños, colaborando en la escuela taller de Osuna y en jornadas a las que siempre se ofrecía para que no se perdiera tan bello oficio. Eran tiempos difíciles para el resurgir de un trabajo artesanal, donde el producto no tenía salida debido a la industrialización y a los mejores medios de envasado, pero ahí quedaron esas vivencias de chiquillos en la década de los 70-80, que se embarraron las manos y los delantales de arcilla y levantaron en el torno jarras o cántaros, que después vidriaron y hornearon y hasta vendieron en ferias artesanas de Sevilla. Hoy metidos en el s. XXI y fallecido el último alfarero D. Manuel Dueñas Delgado, siguen algunos hornos eléctricos encendiéndose por esos niños aprendices de Dueñas, que ahora son hombres ceramistas más que alfareros y mantienen viva la llama que dejaron en Osuna unos artesanos dedicados a crear barros con alma.
Cuño en el asa de un cántaro de Antonio Caraballo Domínguez de la calle la cruz, 114 de Osuna. Activo Año 1.894
Cuño en el cuello de una tinaja de Antonio Ramírez Caraballo de la calle de la Cruz, 82 Osuna. Activo año 1.924
Cuño en la panza de una Tinaja de Valeriano Pineda Cámara de la calle Fernan Gonzalez de Osuna, activo en el año 1.924
Tinaja dedicada a D. Antonio Ariza, padre de un Alcalde de Osuna S. XIX
Cuño en la pared de un lebrillo de Manuel Bueno Montero de la calle de la Cruz, 14 de Osuna. Activo en el año 1.924
Cuño en la base de lebrillo de Osuna de Antonio García en la calle Caldenegro, 9 de Osuna. Activo en el año 1.894
Cuño en la pared de un lebrillo Antonio Ramírez Caraballo de la calle de la Cruz, 82 Osuna. Activo año 1.924
Palomera escrita y dedicada por Juan Berraquero Natera de la calle Doctor Navarro, 13 de Osuna. Activo en el año 1.924, Donde escribe de su letra en inciso “Osuna a 17 de X del 41 Juan Berrraquero”. Siendo uno de los grandes tinajeros de Osuna, su humildad la demostró firmando una palomera en vez de una Tinaja, quizás la pieza de menos repercusión alfarera.
Restregadera con las iniciales posiblemente de su propietaria C P
Restregadera con el texto inciso en el barro Año 1960 J A M
Tarro vidriado y decorado con el logotipo Osuna ciudad monumental. Finales S. XX